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Por qué hay autores de crímenes terroristas en el Parque de la Memoria?

agosto 2, 2019
«El Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado es una institución pública de carácter nacional, enclavada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a orillas del Río de la Plata», y está dedicado a «(…) las Víctimas del Terrorismo de Estado, detenidos-desaparecidos y asesinados y a los que murieron combatiendo por los mismos ideales de justicia y equidad» y en el mismo se registran, sobre un total de 30.000 placas, 8.751 nombres, correspondientes al periodo 1969-1983. «El monumento es, en sí mismo, un corte, una herida abierta (…) se trata de un recorrido en rampa, procesional, que lleva a los lugares de los nombres de cada uno de los desaparecidos o asesinados» (1ra edición del catálogo oficial, 2010).Recorrerlo es volver a sumergirse en la mayor de las tragedias argentinas del siglo XX, la Guerra Revolucionaria de la década de 1970, y cuando lo hice por primera vez, en el invierno de 2012,busqué y me detuve frente a las placas de pórfido patagónico que llevan los nombres de quienes de más cerca conocí.
La más cercana de todos: Elena Holmberg, mi tía, hermana de mi madre, asesinada entre el 20 y el 22 de diciembre de 1978 y cuya muerte fue uno de los casos probados en la Causa 13/84, conocida como la del «Juicio a las Juntas Militares».

También me paré ante otras, las de amigos del rugby, hermanos de compañeros de colegio, familiares y conocidos de San Isidro y muchas más. Saliendo del monumento me detuve en las placas de las primeras víctimas del terrorismo de Estado para descubrir, consternado, las de Fernando Abal Medina y Carlos Ramus, ambos caídos en un enfrentamiento con la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la localidad de William Morris, el 7 de septiembre de 1970.Los

 entonces primer y segundo jefes de Montoneros, de 23 y 22 años respectivamente, habían acordado encontrarse esa noche, en un bar, con el resto de la cúpula de la «Orga»: Esther Norma Arrostito, Carlos Capuano Martinez, Mario Firmenich, José Sabino Navarro y Luis Rodeiro. Abal Medina murió en el tiroteo y Ramus cuando le explotó una granada que intentó arrojar a los policías. Navarro y Capuano Martinez lograron huir, Rodeiro se entregó y Firmenich, junto con Arrostito, llegaron tarde y escaparon. Arrostito, Capuano Martinez y Navarro también están homenajeados en el Parque de la Memoria y sus posteriores muertes son atribuidas al terrorismo de Estado. De todos ellos, sólo Firmenich y Rodeiro lograron sobrevivir a la guerra revolucionaria que desataron.
Los jefes montoneros, vivos o muertos, fueron los responsables y ejecutores directos de los asesinatos del ex presidente de facto, el antiperonista Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, el 1/6/1970 y del peronista, Secretario General de la CGT y posible heredero político de Juan Domingo Perón, José Ignacio Ruccci, el 25/9/1973.la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado es uinstitución pública de carácter nacional, enclavada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a orillas del Río de la Plata», y está dedicado a «(…) las Víctimas del Terrorismo de Estado, detenidos-desaparecidos y asesinados y a los que murieron combatiendo por los mismos ideales de justicia y equidad» y en el mismo se registran, sobre un total de 30.000 placas, 8.751 nombres, correspondientes al periodo 1969-1983. «El monumento es, en sí mismo, un corte, una herida abierta (…) se trata de un recorrido en rampa, procesional, que lleva a los lugares de los nombres de cada uno de los desaparecidos o asesinados» (1ra edición del catálogo oficial, 2010).

Recorrerlo es volver a sumergirse en la mayor de las tragedias argentinas del siglo XX, la Guerra Revolucionaria de la década de 1970, y cuando lo hice por primera vez, en el invierno de 2012,busqué y me detuve frente a las placas de pórfido patagónico que llevan los nombres de quienes de más cerca conocí.
La más cercana de todos: Elena Holmberg, mi tía, hermana de mi madre, asesinada entre el 20 y el 22 de diciembre de 1978 y cuya muerte fue uno de los casos probados en la Causa 13/84, conocida como la del «Juicio a las Juntas Militares».
También me paré ante otras, las de amigos del rugby, hermanos de compañeros de colegio, familiares y conocidos de San Isidro y muchas más. Saliendo del monumento me detuve en las placas de las primeras víctimas del terrorismo de Estado para descubrir, consternado, las de Fernando Abal Medina y Carlos Ramus, ambos caídos en un enfrentamiento con la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la localidad de William Morris, el 7 de septiembre de 1970.
Los entonces primer y segundo jefes de Montoneros, de 23 y 22 años respectivamente, habían acordado encontrarse esa noche, en un bar, con el resto de la cúpula de la «Orga»: Esther Norma Arrostito, Carlos Capuano Martinez, Mario Firmenich, José Sabino Navarro y Luis Rodeiro. Abal Medina murió en el tiroteo y Ramus cuando le explotó una granada que intentó arrojar a los policías. Navarro y Capuano Martinez lograron huir, Rodeiro se entregó y Firmenich, junto con Arrostito, llegaron tarde y escaparon. Arrostito, Capuano Martinez y Navarro también están homenajeados en el Parque de la Memoria y sus posteriores muertes son atribuidas al terrorismo de Estado. De todos ellos, sólo Firmenich y Rodeiro lograron sobrevivir a la guerra revolucionaria que desataron.
Los jefes montoneros, vivos o muertos, fueron los responsables y ejecutores directos de los asesinatos del ex presidente de facto, el antiperonista Teniente General Pedro Eugenio Aramburu, el 1/6/1970 y del peronista, Secretario General de la CGT y posible heredero político de Juan Domingo Perón, José Ignacio Ruccci, el 25/9/1973.

Fue entonces cuando Perón, elegido por tercera vez dos días antes, como Presidente de la Nación, por el 62% de los votos, decidió que las Organizaciones Político Militares (OPM) debían ser aniquiladas por las fuerzas legales. Tiempo después sería más drástico aún y comunicaría, en una carta dirigida a los militares de la Guarnición de Azul atacada por el ERP, que los integrantes de la subversión serían «exterminados, uno a uno», no sin antes calificarlos como «reducido número de psicópatas».

La herida de la tragedia argentina durante la Guerra Revolucionaria de la década de 1970, lejos de cicatrizar, parece haber sido profundizada por el Parque de la Memoria, como un tajo sin sutura, contribuyendo a ampliar la grieta.

Deportistas, artistas, escritores, científicos, empresarios, políticos, autoridades religiosas, premios Nobel, luchadores por los Derechos Humanos, los principales mandatarios e innumerables personalidades de todos los ámbitos, del mundo entero, han visitado el Parque de la Memoria, desde antes de su inauguración, el 7/11/2007.

Ceferino Reato fue, probablemente, el primero que llamó la atención, en 2010, sobre casos que no podían ser calificados como víctimas del terrorismo de Estado, como el de Fernando Abal Medina.

Como consecuencia de una denuncia periodística del mismo Reato, la que fue acompañada por los familiares de los Soldados Conscriptos José Mercedes Coronel y Dante Salvatierra, caídos en la heroica defensa del Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa (RI Mte 29), durante el ataque de Montoneros, el 5 de octubre de 1975, se retiraron las placas que los homenajeaban y se los sacó de la nómina del Parque de la Memoria.

En 2018 y luego de otra denuncia periodística, esta vez de Federico Andahazi, fueron también retiradas las placas de Epifanio Méndez Fleitas y Epifanio Méndez Vall, después de comprobarse que ambos, padre e hijo, eran paraguayos, que vivieron en la Argentina, que el primero murió, en un sanatorio, en 1985, en Buenos Aires y que el segundo está vivo, es periodista y tiene un programa en una radio porteña. Después del episodio de «los Epifanios», la base de datos el Parque de la Memoria, de la que se retiraron sus fichas, no estuvo disponible, por varios meses.

El 22 de junio de 2018, pasadas unas semanas después de haber interpelado públicamente a Nora Hochbaum, directora del Parque de la Memoria, la ahora muy conocida Jovina Luna se entrevistó en las oficinas del monumento con ella y su staff. Durante dicha entrevista, así como en la carta que ese día le recibiera Hochbaum, esta valiente formoseña le preguntó a la directora: «¿(…) cuáles son las razones por las que estos integrantes de la organización sediciosa Montoneros, que asesinaron a diez soldados conscriptos y tres agentes estatales para robar armamento y combatir a un gobierno constitucional son incluidos y homenajeados en el «Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado» que Ud. dirige?». Hochbaum le adelantó a Jovina que no contestaría la carta, «dado que las decisiones acerca de los incluidos en la nómina de la base de datos y las placas del monumento eran exclusiva decisión de la Jefatura de Gobierno de la CABA», lo que es falso.

Jovina tampoco se rindió ante la negativa de Hochbaum y el 28 de septiembre de 2018 presentó otra carta, casi idéntica a la anterior, esta vez dirigida al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, licenciado Horacio Rodriguez Larreta, la que tampoco ha sido contestada hasta hoy.

Las denuncias públicas por contradicciones, errores y omisiones en la nómina de numerosas y falsas víctimas del terrorismo de Estado arreciaron, pero nadie hasta ahora había logrado tanto como Jovina para que la base de datos del Parque de la Memoria sea puesta bajo severo escrutinio.

Jovina es una de los 12 hermanos del también Soldado Conscripto Hermindo Luna, primer mártir de la defensa del RI Mte 29 de Formosa al grito de «¡aquí no se rinde nadie, mierda!», luego de ser conminado a hacerlo y antes de caer, partido en dos, por una ráfaga de ametralladora montonera. Hace pocos días, el 26/6/19, Jovina Luna presentó una denuncia penal por indemnizaciones fraudulentas pagadas al amparo de las denominadas «leyes reparatorias», a los familiares de nueve de los 13 guerrilleros abatidos en combate, durante la llamada «Operación Primicia» de Montoneros. Dicha denuncia está basada en las investigaciones de José D’Angelo, las que fueron volcadas en su libro Mentirás tus muertos – Falsedades y millones detrás del mito de los 30.000 desaparecidos (El Tatú Ediciones, 2015), pesquisa que ha continuado hasta el día de hoy.

El libro de D’Angelo ha desnudado, además, numerosos otros casos falsos incluidos en los informes oficiales sobre muertos y desaparecidos: CONADEP 1984, Secretaría de Derechos Humanos 2006 y Registro Único de Víctimas del Terrorismo de Estado (RUVTE) 2015 y en la nómina Parque de la Memoria, además de denunciar miles de diferencias, entre todos ellos.

En Mentirás tus muertos el autor detalla casos de reaparecidos vivos, caídos en combate contra fuerzas o en operativos legales, ejecutados como traidores por sus propios compañeros de las OPM, suicidados, muertos en otros países, cuerpos mal identificados por portar documentos falsos, cadáveres enterrados clandestinamente por sus camaradas para ocultarlos, militantes destrozados por torpe manipulación de explosivos y, finalmente, insólitas inclusiones de muertes no relacionadas con las organizaciones subversivas, el Estado o la política.

D’Angelo ha seguido indagando en la base de datos del Parque de la Memoria y descubierto que 2.250 de las placas corresponden a integrantes de las siguientes OPM: Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Montoneros, Frente Armado de Liberación (FAL), Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT/ERP), entre otras y que los errores, contradicciones y omisiones, son numerosos y llamativos.

En el caso del ataque del RI Mte 29 de Formosa, si bien diez de los 13 montoneros abatidos están homenajeados en el monumento, sólo a cuatro de ellos se los reconoce como combatientes o militantes de la «Orga». Llama también la atención que, en la información relativa a «víctimas simultáneas o relacionadas», en ninguno de los diez casos se menciona que cayeron durante el mismo ataque.

Es difícil establecer si estos errores, contradicciones y omisiones son deliberados, producto de la ignorancia o una combinación de ambos. Pero en todo caso la responsabilidad recae sobre las autoridades del Parque de la Memoria y de la CABA.

Los crímenes de las organizaciones guerrilleras argentinas alcanzaron récords trágicos antes del golpe del 24 de marzo de 1976, fecha que dio comienzo a la última dictadura militar, durante la cual la represión estatal contra ellas se ejecutaría, como lo ordenó Perón, hasta su aniquilamiento. Los asesinatos registrados del terrorismo revolucionario son 1094, existen otros 3.500 heridos y afectados directos sobrevivientes y 13.000 víctimas de las guerrillas argentinas en distinto grado, según las definen las convenciones de Derechos Humanos y de Derecho Humanitario Internacional. El total general de víctimas de las OPM supera entonces las 17.500 y todas ellas permanecen olvidadas y sin acceso a la verdad, ni al reconocimiento, ni a la justicia, ni a la reparación.

Todo indica que gracias a una valiente que no se rinde: Jovina Luna. Ha llegado la hora de que la Jefatura de Gobierno de la CABA y el gobierno nacional tomen cartas en el asunto, ordenen una exhaustiva revisión y den de baja a los miles de casos falsamente o erróneamente incluidos en la nómina del Parque de la Memoria y el RUVTE 2015 como víctimas del terrorismo de Estado o que sean registradas las verdaderas circunstancias de sus muertes y sus victimarios identificados.

Habrá llegado entonces el día en el que deberán ser incluidos también, en los registros oficiales y en el monumento frente al Río de la Plata, las víctimas mortales del terrorismo, para comenzar entonces a honrar a todos nuestros caídos durante la Guerra Revolucionaria de la década de 1970, suturar el corte, cicatrizar la herida, cerrar la grieta que nos divide, hasta hoy ahondada en el Parque de la Memoria.

Ingeniero Civil
DNI 11.317.418