Los precios han caído estrepitosamente en los remates y ahora casi no hay interesados. Los productores deben llevarlas nuevamente a los campos ante la imposibilidad de ser comercializadas porque es una categoría que no se consume en el mercado interno. Danilo Lima
En la Sociedad Rural de Federal, este martes, durante el remate de la firma consignataria concordiense Ildarraz Hnos. SA se notó de forma contundente una de las primeras consecuencias negativas de las restricciones a las exportaciones de carne vacuna dispuestas por la administración del presidente Alberto Fernández: unas 140 vacas conserva no tuvieron precio y, por lo tanto, no pudieron venderse.
Los dueños de esas vacas, una categoría cuya carne no se consume en el mercado interno, debieron subirlas nuevamente a los camiones y devolverlas a los campos, a morir.
“Valían 100 pesos y ahora nadie las compra. Es una tristeza, una gran tristeza”, le dijo a DOS FLORINES Nicasio Tito, productor y vicepresidente de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos, presente en el remate de Ildarraz en Federal.
“Ya no están más los chinos comprando esa categoría… ni a 50 pesos la quieren”, remarcó Tito, para quien esto es una muestra “de las consecuencias de cerrar las exportaciones”.
“Para los productores sólo queda volver a llevarlas a sus campos, con doble gasto de camión, y dejarlas morir en su establecimiento como sucedió entre 2006 y 2012”, agregó amargamente Tito.
Qué es la vaca conserva.
Muchos ciudadanos urbanos, para quienes todas las vacas son iguales, seguramente, se preguntarán qué es la vaca conserva.
Se trata de vacas que por su edad –entre 8 y 10 años– ya llegaron al final de su ciclo reproductivo. Su estado corporal no es el mejor y normalmente van a los remates con destino a faena.
Su carne es de color rojo oscuro, casi marrón, y su grasa es de color amarillo intenso que a la vista de cualquier consumidor –sobre todo para los argentinos acostumbrados a la carne tierna– es inaceptable. Cuanto más vieja es una vaca, más oscura es su carne y su grasa. Por esa razón, en nuestro país no se consume. En el mejor de los casos podría usarse para hacer un puchero, pero ni así es aceptaba por consumidores que en su mayoría se inclinan por carne de animales jóvenes.
Históricamente los frigoríficos argentinos compraron la vaca conserva para la elaboración de corned beef (carne enlatada), y Rusia, por ejemplo, la importaba para hacer chacinados, hamburguesas y otro tipo de subproductos.
En los últimos años, sin embargo, con la irrupción de China como jugador central en el mercado internacional de carnes, la vaca conserva encontró un muy buen destino para ser colocada y, consecuentemente, una mejora de sus precios.
En el gigante asiático esa carne es utilizada para preparados –tipo estofado– que acompañan los guisados que consume habitualmente su población. Esa carne es de tan baja calidad que ni los chinos se animarían a hacer una milanesa y menos aún un asado.
Un daño irreversible.
Para Tito, lo que sucede con la vaca conserva es una consecuencia directa de las restricciones a las exportaciones de carne vacuna y genera “un daño irreparable” a la ganadería argentina, especialmente a los productores más chicos.
“El primer síntoma fue una baja de precios de esa categoría en los remates, y, ahora, directamente, no la compran ni los chinos”, en enfatizó quien fuera presidente de la Sociedad Rural de Federal.
El perjuicio, la desazón y la angustia del productor “son enormes” porque en China había encontrado un nicho para colocar esa carne y hacerse de algunos pesos por una categoría que “acá no se paga nada”.
Hasta antes del cierre de las exportaciones, vale remarcarlo, el kilo de la vaca conserva en pie se pagaba unos 100 pesos; es decir que con un animal de 300 kilos el productor obtenía unos 30.000 pesos por cabeza. Después los precios bajaron a la mitad y ahora, como se está viendo en los remates entrerrianos, no aparecen compradores. Y, como siempre, el productor más chico es el más perjudicado porque con esa plata que recibía antes podía hacer algo, poco, pero algo hacía. Ahora esa plata ya no la puede conseguir.
“Se perjudica la productor, se perjudica al consumidor, y, por sobre todas las cosas, se destruye todo el mercado que rodea a la ganadería que dinamiza la economía de los pueblos del interior”, concluyó Tito.
(DosFlorines)