Cada semana se presenta y termina peor que la anterior
Una afirmación como la precedente no es otra cosa que una verdad a medias, pero precisamente por ello es que resulta espantosa en la mitad que tiene de verdad. Esa es la que se vive por sobre todo en las grandes áreas metropolitanas, y de la que, por causas diferentes, son claro ejemplo la situación de creciente tensión en las ciudades de Buenos Aires -y su conurbano- y en Rosario. Un estado de cosas, del cual al menos por ahora –¿tendría que tocar madera? – está a salvo la mayor parte del territorio de nuestro país.

Por Rocinante

Es desde esa perspectiva, desde la cual asiste parte de razón a –otra vez se hace presente una verdad a medias- la actual Vice presidenta de la Nación, al considerar como verdaderamente tóxico el contenido de la información que al respecto trasmiten los medios de comunicación social, ya que no resulta infrecuente encontrarse con una persona que ha dejado de leer el diario, de escuchar la radio, o de mirar determinados programas de televisión, para no enterarse de lo que pasa, es decir de esa parte verdaderamente tenebrosa de la realidad.

Pero, debe advertirse que es imposible tapar al sol con un harnero, hubo tiempos en los que esa era una frase de uso común en el lenguaje cotidiano. Es que se trata de hechos que son como son, y no de un montaje cinematográfico, y que por consiguiente hablan por sí solos, sin necesidad de agregarles aditamentos.

Y la mención a los montajes es algo que me lleva a aludir a aquél vinculado con la canilla de Charata, la que al abrirse, en su segundo intento, en lo que era un falso milagro, si se tiene en cuenta que la misma no estaba conectada al acueducto, como suele suceder en estos tiempos de elecciones y de inauguraciones prematuras. Circunstancia que vino a explicar el ver al gobernador chaqueño derramar lágrimas de verdad, que algún personaje mal pensado atribuyera al verdadero milagro de ver a ese montaje funcionar casi a la perfección.

Mientras tanto, del pedido casi suplicante de la Vice presidenta, de que los medios se ocupen de trasmitir noticias buenas vinculadas con nuestra realidad, coincide con una crítica que se escucha en algunos reductos opositores, cuando comentan, censurándolo, al hecho que los funcionarios públicos, cada vez más centran su actuar, en asumir el rol de comentaristas de los hechos que ocurren. Hechos que ellos deberían ser los encargados no de comentar sino de generar; ya que esa es la única forma de modificar de una manera positiva, y por ende fructífera la realidad.

El gobierno encontró un chivo emisario para explicar la estampida en los precios de los artículos de consumo popular

En relación a la ola de inflación que se ha vuelto tanto más que galopante, que al decir de un comentarista mediático es comparable a ver al dólar con un cohete lanzado hacia la luna, dada la velocidad con la cual se lo ve alejarse de nuestro peso, y haciendo que se vea nuestra moneda cada vez más chiquita a medida que se la percibe perder su poder de compra, da la impresión de que para el gobierno la solución pasa por haber encontrado un chivo emisario a quien hacerlo responsable del mencionado fenómeno. En lo que sería una consigna derivada de aquella que señala que no importa hacer las cosas mal, mientras no se note; tan solo es cuestión de decir casi lo mismo señalando que si las cosas mal hechas se notan, basta con cargarle a otro el fardo de la culpa.

De donde viene al caso marcar que en un primer momento ante la inflación que se desmadraba, aunque ese hecho incontrastable se negaba por parte de los funcionarios gubernamentales, se los escuchó pronunciar un axioma, que más allá de la verdad relativa que contiene, pasó a ser considerado como una suerte de sortilegio, al afirmarse que los aumentos de precios, si bien eran alimentados por la inflación, tenían como causa principal el comportamiento de los formadores de precios.

Formadores de precios aludidos al tuntún, aunque cuidándose invariablemente de señalar que es el gobierno, a través de los tributos que primero genera y luego aplica, también el responsable de esa carga impositiva de un porcentaje superior a la tercera parte de los precios finales.

Como con eso no era obviamente suficiente, el siguiente paso fue individualizar a esos formadores de precios genéricos; lo cual se hizo mediante la congelación generalizada de ellos, a la vez que se acotaba y precisaba a los responsables, que pasaron a ser las grandes cadenas de supermercado, y los más importantes elaboradores de alimentos.

Los efectos perniciosos del régimen de precios congelados implantados

No voy a caer en la reiteración de aquello que las congelaciones de precios siempre fracasan, que ello ocurre sobre todo cuando los plazos de vigencia del congelamiento no son cortos, o lo que es lo mismo que así resulta cuando los mismos están dispuestos por un plazo largo o por un período de duración indefinida; y que siempre ha sido así desde tiempos inmemoriales, los que, señalan, pasan a ser los del emperador romano Diocleciano, el que en los días que corren ha comenzado a ser invocado con una asiduidad, la que hasta cierto punto si bien tiene sin cuidado al emperador Augusto, cabría suponer que despertaría celos en Nerón u otros de fama parecida.

Pero lejos está mi intención entrar en una polémica de este tipo, sino tan solo interrogarme e interrogar a cualquier otro que haya llegado hasta aquí en la lectura de estas líneas, acerca de si el gobierno es consciente de que está, como vulgarmente se dice, jugando con fuego, al encausar (personalizar) la responsabilidad del actual estado en la materia en un grupo de actores. Entre los que, y esto por ahora, no se incluyen a los autoservicios, los pequeños supermercados y los tradicionales almacenes o despensas de la esquina, a los que todavía se los ve batallar con denuedo, contra su vecino local de las cadenas de los llamados comercios de cercanía.

Ya que hemos llegado a un extremo en el que se ve enseñorear al hambre en muchas familias de nuestra geografía, y el comer salteado es para muchos una triste realidad, la que se vuelve más trágica aun en el caso de los niños. Hambre, cuya presencia se constituye en terreno abonado para las acciones cada vez más atrevidas de personas que dirigen movilizaciones o que se encuentran infiltrados en ellos. Lo que viene a significar que estamos asomándonos a la presencia de ese frágil límite donde el reclamo callejero, deja paso a los actos de violencia. El intento de intrusión en la sede central de un ministerio nacional en la ciudad de Buenos Aires, y el bloque en esa misma ciudad, esta vez de la sede de un importante grupo industrial, son síntomas de que las cosas pueden llegar a ser indeseablemente peores.

Frente a una situación así descripta, no se trata de pensar en reprimir, ya que la represión no solo no se trata de la peor de las soluciones, si no que nunca es la verdadera solución. La que, por sobre todo pasa por quienes gobiernan comiencen a gobernar en serio, de manera de dar respuestas verdaderas a los acuciantes problemas que nuestra sociedad, y en especial los sectores más vulnerables de ella, enfrentan.

Fuente: El Entre Ríos