El reciente temporal que azotó Entre Ríos se llevó consigo la vida de un productor del departamento Nogoyá que intentó vadear un camino anegado y fue arrastrado por la correntada cuando iba a buscar a su hija a la escuela.
Esta trágica situación deja una repetida postal de los días de lluvia: caminos inundados, puentes sobrepasados por el agua y correntías por encima de las calzadas que marcan la ausencia de obras por parte de Vialidad Provincial, ya que los caminos rurales se transforman en cada temporal en una trampa mortal que amenaza la vida de vecinos y productores.
Una vez más, la inacción, la ausencia de inversiones y el desprecio por la vida queda patentizada de la peor manera. Hoy le tocó a un productor, pero en esta ruleta rusa de obras invisibles que ponen en riesgo a la sociedad toda, mañana le puede tocar a cualquiera. No se trata de campo o ciudad, se trata de una burocracia política que se fagocita los recursos del Estado. La corrupción mata. Y hoy asistimos a otro ejemplo de ello.
Desde la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (FARER) han sido infinitas las muestras de buena voluntad para con el gobierno y en particular con Vialidad. Hemos asistido a decenas de reuniones, intentamos conformar equipos para diagramar estratégicamente las obras prioritarias, entre tantas acciones más. Lamentablemente, todo ha caído en saco roto.
Tengamos en cuenta que ni la sequía de tres años -escenario inmejorable para realizar las obras- pudo hacer que ni tímidamente emergieran el compromiso, la gestión, la previsión, la inversión y mucho menos empatía por parte de los funcionarios.
Lo más triste de todo es que esta nueva muerte provocada por la ausencia del Estado estará algunos días en las portadas de los medios, pero prontamente pasará a ser parte del paisaje. Nada cambiará en lo inmediato. Será otra vida perdida en vano en el marco de un gobierno que no ha hecho, no se hace y no se hará cargo de nada.