Sobre la orilla del río Colastiné, en Santa Fe, emergieron los durmientes de quebrachos de los antiguos muelles. En 1885 fue uno de los puertos más importantes de la ruta al Paraguay. Pero quedó en el olvido, reveló Nicolás Loyarte, para el diario El Litoral.
Por las calles de arena del apacible barrio Colastiné Sur todos cuentan una historia, la del puerto olvidado. Aquel puerto levantado en 1885 tuvo apenas dos décadas de esplendor y progreso. Luego quedó en el recuerdo. Hasta hoy, cuando con la bajante histórica del río Paraná emergieron los restos de los antiguos muelles de quebracho y parte de las construcciones portuarias.»Ahí están, esos son los muelles», muestra orgulloso el vecino Hugo Vaillard, parado sobre la rampa para embarcaciones del Club de Caza y Pesca, señalando la orilla del río Colastiné. Y siguiendo la línea imaginaria que traza su dedo hacia el río asoma del agua marrón como una lanza al sol un durmiente de quebracho, y más al norte otro, y otro más sobre la curva. «Ese era un muelle», precisa el hombre que se pasó la vida por esas calles, jaqueado por las sucesivas crecientes que lo inundan todo. Es uno de los más antiguos pobladores de Colastiné Sur y escuchó de boca de su padre y otras gentes esta rica historia del puerto olvidado.

Se inunda

Colastiné Sur se inunda fácil. El caserío fue levantado en una zona de tierras con cota muy baja, a la vera de la ruta a Paraná, sobre la orilla del río homónimo. Ese es uno de los motivos por el cual aquel antiguo puerto que fue un motor de crecimiento para la ciudad duró poco. «El puerto de Colastiné Sur fue una idea genial de José Gálvez, uno de los gobernadores más progresistas que tuvo Santa Fe», cuenta Gustavo Vittori, autor del libro «Santa Fe, primera ciudad-puerto de Argentina», entre otras publicaciones sobre la materia.

«Un año antes de ser gobernador, Gálvez impulsó ese puerto como una alternativa al puerto que estaba dentro de la ciudad, en la curva que por entonces el río Santa Fe pegaba en calle La Rioja y lo que hoy es 27 de Febrero (el Palomar), donde todavía existe -muy deteriorada- la última casa del barrio del puerto, la casa de Díaz y Clucellas», relata Vittori, un apasionado de la historia nuestra.

«Santa Fe había iniciado un crecimiento importante tras el proceso de organización nacional. Para dimensionar aquella realidad, «en 1883 el Puerto de Santa Fe exportó la mayor cantidad de trigo del país. Pero era de muy bajo calado y no podía recibir grandes embarcaciones de carga ni de pasajeros», contextualiza Vittori.

Una idea

Para salvar aquel escollo del bajo calado a Gálvez se le ocurrió una idea. «Poco antes de 1885, le había llegado el rumor de que durante la guerra con Brasil habían amarrado dos barcos sobre el río Colastiné, por lo que dedujo que ese curso de agua (que nace y muere en el Paraná) debía tener cierta profundidad, y decidió ir a inspeccionar el lugar -continúa su relato el historiador y periodista de El Litoral-. Se montó en una canoa y junto a un canoero sondearon el lugar y encontraron que tenía buena profundidad. Entonces impulsaron la concreción de un ramal del ferrocarril provincial (todavía no había pasado a manos francesas) a Colastiné Sur, para crear un nuevo puerto y mejorar así los costos de los fletes».

Hasta hace unos días atrás todo ello estaba bajo el agua. Así perduró esta historia por años. La que se mantenía viva en la memoria de sus pobladores, nietos de aquellos trabajadores portuarios que gozaron las mieles de progreso. Ahora la naturaleza la expuso nuevamente al brillo del sol. Y en el barrio muchos visitantes de fin de semana preguntan por el antiguo puerto.

Esta mágica atmósfera llena de calles de arena, sauces y río es la que inspiró a Juan José Saer a escribir su novela El Entenado, entre otras narrativas que describen el paisaje de la costa santafesina, y la tensión que se generaba entre los originarios del lugar y los nuevos habitantes.

Se trata de uno de los barrios más antiguos de la ciudad fundada por Garay el 15 de noviembre de 1573 en Cayastá. Colastiné Sur fue creado el 31 de diciembre de 1662, apenas unos años más tarde del traslado de Santa Fe la Vieja a su emplazamiento actual -de la Vera Cruz-, una increíble mudanza emprendida allá por el año 1649.

Fuente: El Litoral – Nicolás Loyarte