Esta semana, Alberto Fernández quedó formalmente imputado en la causa que investiga el escándalo por la trama de contrataciones por parte del Estado nacional a Nación Seguros, en donde habrían actuado intermediarios y empresas privadas.
El juez federal Julián Ercolini, que recibió por sorteo la denuncia, le giró el caso a la fiscalía 6. Por estas horas, el titular a cargo, Ramiro González, quien solicitó una serie de medidas de prueba: pidió información a la Jefatura de Gabinete y la Secretaría Legal y Técnica, y también a Nación Seguros.
El fiscal detalló que los imputados son Alberto Fernández, el ex titular de Nación Seguros SA, Alberto Pagliano, y Héctor Martínez Sosa, “sin perjuicio que el devenir de la investigación coadyuve a conocer la participación de otras personas en las maniobras denunciadas”.
Lo que aún nadie ha dicho es que Martínez Sosa, marido de una de sus históricas secretarias privadas de Fernández, María Cantero, aparece en el marco de una trama de fuga de dólares a través de la utilización de dos pilotos de alto vuelo, Agustín Canapino y Franco Colapinto.
La trama, revelada por este periodista en enero de 2023, refiere al sponsoreo de los pilotos mencionados, que esconde una trama de “retornos” en dólares que terminarán en bolsillos de puntuales funcionarios argentos. Desde Europa y EEUU.
“En el caso de Colapinto, el padre se debe estar gastando un palo verde por año en el nene. Para llegar lo más cerca de la F1 tiene que buscar a quien le ayude a ponerla y el salvoconducto es el Estado, a través de YPF. Pero todo el sponsoreo estatal tiene un retorno que se maneja desde afuera”, explicó una fuente que participó de las “tratativas” y terminó quedando afuera del jugoso negociado.
El mismo informante añadió: “En el caso de Canapino es diferente, porque Martinez Sosa lo mantiene desde chiquito. En su caso, el negocio empezó con un argentino que tiene un equipo Indy en USA. Los Legnani lo contactaron con (Gerardo) Zamora para que traiga esa carrera a la Argentina, y para traer esa carrera tenía que haber un piloto argentino y surgió lo de Canapino”.
Las palabras del hombre fueron confirmadas por otras fuentes de alta relevancia, una de las cuales agregó un dato no menor: “Canapino fue patrocinado toda la vida por la Superintendencia de Seguros de la Nación”.
Pocos saben que en ese organismo fue justamente donde, a mediados de los 90, comenzaron los primeros curros del hoy presidente Alberto Fernández, que aparecen detallados en un irrefutable libro titulado “Saqueo Asegurado”. Su autor es Roberto Guzman, quien documenta una trama de corrupción que complica, no solo al actual jefe de Estado sino también a algunos de sus adláteres, como el ex ministro Claudio Moroni.
Nada es casual: Aníbal Colapinto, padre del piloto Franco ídem, supo ser el dueño de Federal Seguros, firma que fue vaciada y le dejó toda la deuda a la Superintendencia de Seguros de la Nación, como se dijo entonces a cargo de Alberto Fernández.
Todo lo antedicho echa por tierra las pretensiones del primer mandatario, quien suele gritar a los cuatro vientos que carece de hechos de corrupción en su trayectoria pública.
Quién es Martínez Sosa
Contador de profesión, Hector Martínez Sosa es un quebrado productor de seguros de Tierra del Fuego, cuya suerte mejoró tras arribar a Buenos Aires y ponerse en pareja con la secretaría del ex presidente de la Nación, María Cantero.
El hombre, que es accionista de las empresas Flyers Concierge Latam SA y Safety Consultora de Higiene y Seguridad SA, supo hacer fortuna a través de una humilde productora de seguros cuando Alberto era vicepresidente del Grupo Bapro.
Hoy en día recibe a propios y ajenos en su domicilio de Primera Junta 2671, San Fernando. Allí posee dos ostentosas casas, una de las cuales está justo en el cruce con la esquina de Guido Spano, donde fueron anexados dos lotes vecinos de 600 M2 cada uno en los últimos 5 años.
En uno de estos últimos construyó una casa que es usada como gimnasio; a su vez, en la casa original, Martínez Sosa tiene una impresionante bodega subterránea, donde colecciona vinos carísimos.
Su ascenso es parte de una historia escabrosa, de corrupción de alto nivel, donde aparecen todo tipo de negocios non sanctos, que perduran hasta el día de hoy. Siempre a la vera del poder de turno.