Citrus La fruta está quedando en las chacras entrerrianas y el fenómeno está afectando aquellos citrus que ya debieron ser cosechados, y ocurrirá lo mismo con las variantes tardías, ya que la temporada de naranjas y mandarinas se ha extendido en los últimos años, y se inicia en marzo y llega incluso hasta fin de año.
Para la situación incide varios factores: por un lado, un alto nivel de producción debido a las condiciones climáticas mejores respecto de la cosecha anterior. Pero al mismo tiempo, el valor que se paga al productor, de un año para otro, bajó de 20 a 12 pesos en promedio, en medio de un proceso inflacionario y de escalada de costos, de la que la producción citrícola no está exenta.
“Va a quedar fruta que no se va a poder cosechar. De hecho, ya está pasando”, dijo a UNO el productor y referente histórico de la actividad, Fernando Borgo.
También integrante de la Federación del Citrus de Entre Ríos (Fecier), ratificó que la mayor producción, que situó en el orden del 40% respecto de la temporada anterior. Es que en 2020 había resultado muy influyente en la producción, las heladas a la salida del invierno del 2019 y un verano con falta de lluvias. A diferencia de ello, la actual temporada no fue afectada por condiciones climáticas adversas en los campos entrerrianos.
No llega a ser sobreproducción, sino una mejora respecto a 2020, pero similar a 2019. Sucedió que la menor oferta el año pasado, logró equilibrios en el mercado, fundamentalmente interno, que mejoraron los valores que se pagó a los productores por la fruta fresca.
En la provincia, el 65% del total producido corresponde a mandarinas, un 30% de naranjas, y un 5% o menos, limones y pomelos.
“Hay una mayor producción. Pero el poder adquisitivo de la gente es sustancialmente menor al del año pasado”, graficó acerca de la imposibilidad de que el mercado interno absorba esa mayor cantidad.
Al mismo tiempo, puntualizó sobre la situación del productor: “Aumentaron considerablemente los costos de producción y de la cadena de comercialización, incluyendo insumos, combustible, pesajes, y hasta las paritarias” lo que supone un promedio anual superior al 50%. “Todo esto hace que en algunos casos la demanda no consuma todo lo que se produce, que no se pueda desarrollar las tareas necesarias para el mantenimiento de las plantas (alguna plaga se lleve parte de la producción), y que en otros casos, no sea rentable cosechar”, justificó Borgo.
Los ingresos, que incluso suelen ser cobrados dentro de varios meses, hoy están un 50% por debajo de los costos.
En las verdulerías o góndolas, los consumidores siguen pagando un valor aproximado al año pasado, con precios que puedan oscilar en torno a los 70 pesos por kilo, sea de naranja o mandarina. Sin embargo, el productor percibe apenas 8 o 10 pesos por kilogramo,con una inflación anual superior al 50%.
“El nivel de producción de fruta es normal , no hay una sobreproducción, porque estamos en niveles similares a los años 2018 o 2019”, recordó Borgo.
Ya meses atrás, ante la dificultades que se percibían en el sector, Borgo había adelantado que variedades de naranjas como las novas u otras tempranas o de media estación, iban a quedar remanentes en las plantas.
Muchas veces, saldos mayores de producciones se destinan a la industria, pero en esos casos, el productor cobra menos aún, entre 4 o 5 pesos el kilo, casi la mitad de cuando se comercializa la producción como fruta fresca.
(UNO)