En menos de tres semanas la carne subió entre un 60% y un 70%. El último aumento fue esta semana y rondó el 50%; fue tras la devaluación del 22% que implementó el Banco Central, a partir de la suba del tipo de cambio oficial. Pero a fines de julio los precios de los cortes vacunos ya habían trepado entre un 20% y hasta un 30%, luego de estar estancados o registrar subas mínimas desde febrero, cuando pegaron un salto y se incrementaron también un 30%.
Primero se incrementó el valor del ganado en pie y después se trasladó a los mostradores, en un clima de incertidumbre, y hoy un asado de calidad se consigue a 4.000 pesos, la pulpa a 4.300, la carne picada especial también ronda los 4.000 pesos, y la común oscila entre los 2.700 y los 3.000 pesos.
Así lo confirmó Emanuel Satler, productor y propietario de una reconocida carnicería de Paraná, quien comentó que “el pollo y el cerdo también subieron, pero no al ritmo de la carne vacuna”, y explicó: “Siempre el precio del cerdo y del pollo tienen como tope la carne. Por más que quieras subir el pollo, si lo aumentás más que la carne automáticamente se desploma la venta y hace subir el precio. Eso pasó en marzo, cuando el kilo de pechuga estaba más caro que el kilo de nalga; entonces tuvo que bajar porque la demanda lo anuló. Y ahora al despegar la carne lo otro tienen más margen para seguirla, pero de todos modos no han subido al ritmo que lo hicieron los cortes vacunos: la carne subió entre un 60% o 70%, el cerdo se incrementó un 20% más o menos, y el aumento del pollo no llegó al 20%”.
Acerca del motivo que hizo trepar la carne vacuna en un porcentaje tan alto, señaló: “Hay varios factores de este aumento. El primero, es el contexto económico; y luego por las condiciones climáticas, que permiten que el productor retenga hoy el ganado. La sequía está pasando, después de que toda la primavera y el verano el año pasado fueron muy secos, y las lluvias y heladas de este otoño no alcanzaron para recuperarse para este invierno. Fue entonces que el productor liquidó, o sea alivianó los campos, y por eso había sobreoferta, sobre todo de invernada, que es el ternero chiquito”.
“De este modo se trataba de salvar la madre para seguir produciendo terneros, que llegaban a los feedloteros a muy buen precio. Eso hizo que el ganado gordo también tenga buen precio, pero esa tendencia se está revirtiendo. Ya estamos casi al final del invierno y principio de la primavera, cayó la primera lluvia, el campo produce más pasto y puede tener más carga de animales, así que a lo que no liquidaron y lo poco que tienen, lo retienen”, añadió.
“Además, la carne estaba atrasadísima en cuanto a precio y ahora subió”, resumió, en referencia a la actualización de precios, que en 2021 acompañó a la inflación, pero el año pasado quedó muy por debajo: mientras el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fue del 94,8%, entre diciembre de 2021 y el mismo mes de 2022 la carne sumó sólo un 42,4% de incremento. “Recién ahora se está recomponiendo la hacienda, porque venía subiendo dos o tres veces al año, pero siempre en escalones, y no llegaban a compensar con la inflación”, sostuvo Satler.
¿Puede bajar el precio?
Si bien retener el ganado es una opción que ahora impulsa mejores precios, el referente del rubro aclaró: “Con respecto al ganado gordo, como se termina todo a corral, lo podés retener hasta una semana, 15 días, o hasta 20 días. Pero ya pasado ese tiempo tenés que largarlo, porque hay un proceso en el que darle de comer al animal cuando ya está gordo te sale más caro que venderlo, aunque sea a un precio menor al que vos querías. Entonces, por el lado de la oferta podés retener el ganado, pero no mucho tiempo. Y por el lado de la demanda, con los precios altos, el consumidor se va a las alternativas, como el pollo o el cerdo. Así que se empieza a buscar el equilibrio”.
En este marco, refirió que en este proceso el precio puede llegar a retroceder en los próximos días, aunque observó: “Vuelve un poquito para atrás, pero obviamente no a los niveles previos. Quizás, si subió un 70%, después queda en un 60% nomás de aumento cuando se equilibra la oferta y la demanda, y ahí se estabiliza”.
Por otra parte, mencionó cómo impactan las subas en toda la cadena de producción. Al respecto, manifestó: “Al modificarse el cambio oficial de 280 a 350 pesos, el precio de pizarra del maíz se encarece, y es el principal insumo para el feedlotero para terminar el ciclo de crianza. Y para las proteínas, necesita soja, que es otro suplemento que también subió, o algunos le dan urea al animal a modo de proteína, que es totalmente importado. Y después todo en la cadena de comercialización va subiendo, como la luz, el combustible, los transportes. Si bien el productor primario aumenta un determinado porcentaje, también en esta cadena hay distintos componentes que van subiendo”.
Por último, respecto a cómo reaccionan los consumidores ante esta situación, aseguró: “Con el aumento de julio lo que nos pasó particularmente es que la gente siguió consumiendo vía promociones, sobre todo con tarjetas y también hubo muchas compras con Billetera Entre Ríos, porque por más que la gente compre más caro, tiene ese 30% de reintegro y hace que lleve igual algún corte vacuno. Pero a estos niveles de incremento que hay ahora, se empieza a retraer la demanda, ya que la carne quedó muy cara en relación a las alternativas del pollo o el cerdo”.
fuente(UNO)