Desde el comienzo mismo de la incorporación de ciudadanos para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, se produjeron hechos de valía en las distintas Fuerzas Armadas realizados por quienes cumplieron con el imperativo de la ley, convocados para instruirse en la defensa de la Patria.
Uno de ellos fue la extraordinaria acción de Anacleto Bernardi, en 1927, protagonizada por este humilde joven, pero de dimensiones de tal magnitud de coraje y generosidad, que convirtieron su entrega en una verdadera epopeya.
Esa acción justamente dio motivo para que la Armada instituyera el Día del Conscripto Naval el 25 de octubre de 1976, como homenaje a quien, en cumplimiento de su deber, ofrendara su propia vida para salvar la de su prójimo, en el hundimiento del transatlántico italiano “Principessa Mafalda”, ocurrido el 25 de octubre de 1927.
Cabe recordar también en este día a los conscriptos navales que dieron su vida en cumplimiento del deber como los del rastreador ARA “Fournier”, del aviso ARA “Guaraní”, del crucero ARA “General Belgrano” y los de la Guerra de Malvinas, que con dignidad y coraje, han entregado su vida por la Patria.
Anacleto Bernardi
El Conscripto Naval Anacleto Bernardi nació en la Paz, provincia de Entre Ríos, el 13 de junio de 1906, siendo hijo de inmigrantes italianos oriundos de Piamonte, criado en las costas del río Paraná. Le tocó cumplir con el Servicio Militar Obligatorio en la Armada Argentina, siendo incorporado en la Base Naval Puerto Belgrano el 8 de enero de 1927.
Su comportamiento fue sobresaliente, motivo por el cual recibió el premio de ser designado para integrar la dotación de la fragata ARA “Sarmiento” que anualmente realizaba el viaje de instrucción con los cadetes del último año de la Escuela Naval Militar.
Cuando esta nave amarró en el puerto de Génova, el Conscripto Naval Anacleto Bernardi se encontraba convaleciente de una neumonía y su estado de salud era delicado, por lo que el comandante de la “Sarmiento” decidió repatriarlo al país en compañía del Cabo Santoro, para que continuara con su tratamiento, aprovechando la presencia en el lugar del buque “Principessa Mafalda”. Ese barco estaba próximo a zarpar con destino al puerto de Buenos Aires con su pasaje cubierto por 1300 inmigrantes llamados por sus familias ya instaladas en Argentina.
Era la tarde del 25 de octubre de 1927 cuando el buque se encontraba próximo a las costas de Brasil y en momento de finalizar el primer turno de la cena, sonó la alarma indicando que debían ocuparse las estaciones de abandono: el “Principessa Mafalda” comenzaba a hundirse debido a la rotura del eje de una de sus hélices.
Por su condición de convaleciente, Anacleto Bernardi tenía asegurado un lugar en un bote salvavidas, privilegio que rechazó y junto al Cabo Santoro se presentaron con el Capitán del buque; luego de identificarse como miembros de la Armada Argentina, se ofrecieron para colaborar con las tareas de abandono del buque y rescate de náufragos en el mar.
Tanto Santoro con Bernardi se arrojaron al agua y salvaron a una enorme cantidad de vidas.
De pronto y cuando ambos se encontraban por abordar unos botes salvavidas por haber finalizado con su humanitaria tarea, el Cabo Santoro vio como su camarada era atrapado por las mandíbulas de un tiburón y desaparecía en las profundidades del mar.
Es por este motivo, que con fecha 25 de octubre se conmemora el Día del Conscripto Naval, para homenajear a un hombre que cumplió acabadamente con su deber, que sacrificó su propia vida por salvar la de otros, dejando bien en alto el prestigio de la Institución.
Anacleto Bernardi es un símbolo entre los miles de ciudadanos que a lo largo de años pasaron por las filas de la Armada Argentina cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio.
Por siempre Conscripto Naval
Marineros, Infantes, Conscriptos del Servicio Militar Obligatorio destinados en la Armada Argentina, hombres que guardan el recuerdo de haber servido a su Patria, siendo parte activa de la Institución; y hoy pasados muchos años, se siguen sintiendo parte de nuestra Armada.
“La Armada me dio el orgullo de haber pertenecido a la Infantería de Marina. Aprendí valores y respeto y el amor por mi Patria. Hice el servicio en un momento muy duro para mi país y mis camadas, y sentí que todos fuimos y seremos parte de un todo que es la Armada Argentina. Gracias por dejarme ser una parte de eso. Gracias por dejarme ser un Infante de Marina. Viva la Patria”, es el recuerdo de Oscar Matías Pereyra, CC63 que hizo su Servicio Militar Obligatorio en la Base de Infantería de Marina Baterías.
Los recuerdos del paso por la Armada Argentina e Infantería de Marina se suscitan y se destacan en ellos los máximos valores que un hombre puede tener: “Mi recuerdo de mi paso por la Infantería de Marina es haber aprendido el respeto por los demás, saber defenderme siendo tan chico, no estaban ni papá, ni mamá. Aprendí valores hacia la familia y compañeros que hoy, después de 40 años, nos seguimos viendo”, expresa Walter Orlando, CC58.
Hombres con el pecho erguido, el uniforme impecable, campañas en el terreno, largo el salto,carrera mar, desayunos en jarrito y guiso caliente en marmita, fueron dejando en el alma del infante la hermandad.
“Soy infante de Marina, y lo digo con orgullo, fui soldado del BIM 1 y hoy lo quiero homenajear, conocí la disciplina, el orden y los valores, y aunque pasaron los años eso no se olvidará, 35 años para ser exacto y aún guardo en mi memoria los hombres del batallón, sus enseñanzas y su respeto, jamás los voy a olvidar. Gracias Armada Argentina por formarme en esta vida, siempre serás mi guarida cuando me afloje el destino y si en algún camino te volviera a encontrar yo te puedo asegurar que elegiría la Marina”, Daniel Torre CC64, que cumplió su Servicio Militar en la Compañía Comando y Apoyo Logístico.
Desde otros puntos del país el recuerdo es el mismo y las palabras expresadas resumen al unísono el orgullo de haber pertenecido a la Institución. Desde Ushuaia, el CC 58 Daniel Cassinelli expresa: “Gracias a la vida por haberme dejado pasar el mejor tiempo de mi vida, con los recuerdos más lindos y el poder aprender lo que es el respeto y la camaradería. Saber que había otras realidades opuestas a las que conocía. Gracias a la Armada conocí la vida real, la del sacrificio y el cansancio, pero con su premio que es la satisfacción de saber que no es porque sí, sino por el bien común”.
Hoy después de 37 años de cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, el CC61 Jorge Oscar Ramírez guarda las enseñanzas de vida impartidas por el personal, “Gracias a su lucha tenaz me convertí en una persona de bien, el respeto y los valores trasmitidos a cada uno de nosotros no fue en vano, y en mi caso particular, les agradezco cada enseñanza y el orgullo que guardo por haber servido a mi Patria”.