El fiscal general José Ignacio Candioti solicitó condenar a los 22 imputados de la «estructura funcional» montada por el jefe narco
Esto derivó en los allanamientos el 8 de octubre de 2016, y fundamentalmente la requisa al auto VW Up! Que conducía Caudana por la ruta nacional 18, en Villaguay, donde transportaba más de 10 kilos de cocaína, siendo infor-villaguay el unico medio que estuvo en el lugar.
Durante más de seis horas, el fiscal general José Ignacio Candioti valoró todas las pruebas de la investigación y formuló acusación contra los 22 acusados de integrar una «estructura funcional» montada por Gonzalo Caudana. No tuvo contemplación al momento de solicitar una condena para el hombre con ya tres condenas por narcotráfico y otra por varios delitos en la Justicia provincial: 14 años de prisión. Tal vez la más alta solicitada a un narco en Paraná.
También solicitó duras sanciones de cárcel para los otros tres acusados de ser organizadores de la actividad: a Walter Ramírez, 12 años, 10 a Natalia Bonasola, y nueve a Sandra Bernal.
«Fue una profusa investigación, con el secuestro de más de 12 kilos de cocaína y más de 12 kilos de marihuana», destacó el fiscal. Relató al comienzo de la pesquisa llevada adelante por la Policía Federal, a partir de otra causa donde buscaban identificar al proveedor de la droga. Con el seguimiento de líneas telefónicas y las escuchas, dieron con Walter Ramírez, condenado por narcotráfico, alojado en la Unidad Penal N°1. Supieron que este se comunicaba con su pareja, Sandra Chili Bernal, quien desplegaba el negocio en Villa Mabel de Paraná. Luego, detectaron el contacto con Caudana, a quien lo vinculaba con los mayoristas en otros lugares del país para adquirir la droga. Asimismo, surgió que este, por intermedio de Ramírez, le llevaba cocaína a Concordia a Natalia Bonasola, quien junto a su pareja, Juan José Martínez, vendían a una mujer de su ciudad y un hombre de Federal, para venderla al menudeo.
Sobre los domicilios donde ingresó la Policía Federal, se destacó: en Paraná, en la vivienda de Bernal, donde encontraron más de tres kilos de marihuana, y en Concordia, en la casa de Bonasola, donde hallaron en un hueco de la churrasquera, detrás de un mosaico falso, más de 500.000 pesos, medio kilo de cocaína y un arma, y en un campo de la misma mujer, ocho kilos y medio de marihuana enterrados.
El fiscal Candioti destacó que en todos los casos donde se allanó y se secuestró cocaína, la misma era de máxima pureza.
La estructura
En la acusación, uno por uno, Candioti comenzó por los cuatro organizadores.
«A Caudana le cabe la responsabilidad mayor, como organizador y financiador. Tenía un rol clave junto a Ramírez, pero él ponía el capital». Destacó los diálogos entre ambos registrados en las escuchas, donde, por ejemplo, Ramírez le decía que el contacto que tenía vendía la cocaína que era «de la línea del hijo de Mameluco», por Villalba, el jefe narco de San Martín, provincia de Buenos Aires.
«Ramírez no solo lo contactaba con proveedores, sino que con Bernal y Bonasola», dijo el fiscal. En un diálogo de Caudana con un mayorista de Buenos Aires, hablan de 120.000 pesos el kilo, y no de cualquier kilo «Quiero la del delfín», le pedía, y el interlocutor le respondió: «No importa el sello, yo siempre traigo de la buena». «Y es verdad –remarcó Candioti–, si siempre dio alrededor del 90% de pureza».
«Caudana había creado una estructura funcional que le permitió proveer estupefacientes a estas organizaciones y financiarlas», aseveró.
Ramírez, además, le ofrecía múltiples negocios a Caudana, siempre dentro del mismo rubro: «Te tenés que conseguir un campito, así un pajarito te lo tira», le dijo una vez, en referencia a que conseguía un avión que le arrojaría la droga desde el aire. «Tengo 3.500 para traer, y de eso me tenés que dar 100», le refirió en otra ocasión. El día de los allanamientos, Ramírez habló con la pareja de su cuñado, y le afirmó: «Todos perdieron».
Sobre Natalia Bonasola, Candioti afirmó que fue organizadora y financiadora. «Predispuso los medios económicos para el comercio en grandes cantidades y calidades. Negociaba el precio y acordaba con Jorge Rocha (de Federal) y Celia Toledo (de Concordia) para vender y ella también vendía, al menudeo».
El fiscal recordó que el 18 de agosto, a dos días de ser condenada por el mismo Tribunal Oral Federal de Paraná, habló con Caudana, donde le decía que la habían condenado, pero que su marido zafó. Se trataba de una causa donde declaró como arrepentida y mintió sobre la extorsión de un policía para vender droga. A ella la condenaron, pero a Martínez lo absolvieron.
Acerca de su pareja, Juan José Martínez, el fiscal sostuvo que fue coautor del delito. Él dijo que ya estaba separado de Bonasola, pero el 22 de septiembre de 2016, cuando Caudana va a Concordia, la mujer le dijo que fuera a buscarlo en auto, porque estaba perdido. Después el hombre la llamó para decirle que lo encontró, y le pidió que vaya abriendo la puerta del garaje. Además, Martínez estaba en el allanamiento en la casa el día que encontraron la plata y la droga, y en su celular tenía fotos del campo donde hallaron la droga.
También acusó como coautor a Jorge Rocha. «No le compraba a Bonasola para consumir, formaba parte de la organización», dijo Candioti, y refirió algunos diálogos advertidos en las escuchas alusivos a la compra de droga para revender en Federal, y al trato con clientes. Además, vecinos decían que se dedicaba a vender estupefacientes, en una VW Amarok. Otra cosa que lo complicó fue la explicación que le dio a los policías que allanaron su casa cuando hallaron 50.000 pesos: «Lo encontré en la ruta», dijo, algo que resultó inverosímil.
Situación similar fue la de Celia Toledo: «Se proveía con Bonasola, y vendía al menudeo», dijo Candioti, y valoró las «escuchas contundentes». Por ejemplo, cuando le dice a alguien que la droga «se vende como pan caliente», y a otro le confiesa: «Sí, yo vendo droga ¿y qué? No le robo a nadie».
El fiscal también acusó como organizadora a Sandra Bernal, y destacó no solo las escuchas telefónicas donde conversaba con su pareja Ramírez, sino también las vigilancias en los domicilios que funcionaban bajo su órbita, en los que se observaban movimientos de compra venta de drogas.
A su vez, para el entorno familiar de la Chili, también hubo pedidos de condena. El fiscal consideró que su hermano Carlos Gómez, su padre Víctor Solioz, y sus allegados Agustín Cabral, Enrique y Marcelo Osuna, Keila Gutiérrez, Patricia Leiva (de San Benito), Raúl Hollotte, Norma Osorio, Sonia Taborda, y Carina Díaz, eran vendedores de droga al menudeo, en calidad de coautores. En tanto, acusó como partícipe secundario a Daian Navarro.
Los más cercanos
Caudana llegó al juicio con la intención de mejorar la situación de su hijo Matías, y su pareja Rosalía Sánchez, también procesados. Cuando declararon, lo hicieron en este sentido. En la acusación formulada por el fiscal quien quedó en mejor situación de cara a la sentencia, es el hijo, no así la mujer.
A Rosalía Sánchez Candioti la acusó como coautora. «Ella fue detenida transportando más de 10 kilos de cocaína de máxima pureza –destacó–». Mencionó que no iba solo de acompañante en aquel viaje por la ruta 18, sino que había participado activamente en el transporte de la droga. «Había viajado con Caudana a Buenos Aires, donde se proveyeron de la sustancia», refirió, y recordó que los policías encontraron en un bolsillo de su campera un tornillo, que fue lo que les permitió identificar dónde tenían la droga oculta. El mismo había sido extraído de un panel trasero para esconder la cocaína. Su participación en la actividad delictiva «es indudable», dijo el fiscal. Además, en escuchas aparece como quien guardaba el dinero.
Respecto de Matías, el hijo del jefe, Candioti dijo que «actuaba bajo órdenes de su padre», y trataba con otras personas vinculadas a la venta de droga. Aunque el joven de 20 años dijo que no participaba del negocio de su padre, sino que trabajaba en la fábrica de hielo, el fiscal afirmó que su colaboración y el rol de asistente está comprobado, y que en su celular se encontraron evidencias importantes, como la foto de un mapa con puestos de control camineros en las rutas, otras de autos de Investigaciones de la Policía, también una de un pedazo de marihuana.
En una ocasión, Caudana le dice a él y a otro colaborador, que tenga cuidado con una camioneta S10, «porque es de los milicos». Por esto, Candioti preguntó: «¿Por qué los alertaba? ¿Por vender hielo de la fábrica? No, es porque traficaban estupefacientes».
No obstante, consideró la juventud del imputado y que actuaba bajo órdenes de su padre. «Tenía responsabilidad menor, no detentaba el dominio de los hechos», afirmó, por lo cual lo acusó por participación secundaria en el delito.
Similar situación fue planteada sobre Juan Colliard, quien era un «colaborador de Caudana». Este «tenía un poder de mando, se notaba en su tono de voz, y cómo se enojaba si no satisfacían sus requerimientos», dijo el fiscal.
Los alegatos de las defensas comenzarán el jueves, con la palabra del defensor de Gonzalo y Matías Caudana, Augusto Lafferriere.