El ejemplo inevitablemente frívolo de las ricas y famosas, que fue celebrado por todo el periodismo, hizo furor en las chicas de todo el país, que armaron grupos de denuncias y escraches divididos por zonas, por partidos, por clubes y hasta por acusados, cuya culpabilidad fue sellada con el lema #YoTeCreo, que alcanzó incluso a Elena Silvina Cast, la madre del fallecido Agustín Muñoz, quien en la pagina de La Izquierda Diario en Facebook agredió a una mujer que dudó del testimonio de Far
La fiebre del #MeToo generó una hola de denuncias, muchas francamente desgarradoras, otras triviales o groseramente fabuladas, todas gozaron del mismo crédito dogmático, porque las denuncias no se cuestionan.
En Bariloche, una chica llamada Annie, escrachó por enojo a su mejor amigo en una marcha y en las redes, alegando que el la había abusado sexualmente, para luego retractarse vía Whatsapp y disculparse por su accionar; “No supe ver el límite de esto” fue parte de la disculpa (tardía) que recibió Agustín Muñoz. Esto sucedió el 13 de diciembre.
Si bien la disculpa de la joven Annie fue publicada, Agustín no pudo soportar la presión del escarnio público, y el escrache “por bronca” que realizó su amiga lo llevó al suicidio; el adolescente falleció el 22 de diciembre. Su mamá desde las redes recibe las condolencias de decenas de personas que recuerdan a Agustín con amor e intentan abrazarla y consolar su dolor sin alivio.
Mientras Annie se apresuró a borrar sus cuentas de Facebook e Instagram, desde Twitter los amigos de Agustín piden justicia y que se frenen de alguna manera los escraches virtuales y que las denuncias se hagan en la justicia, que es donde corresponde. Pero algunas pibas no están de acuerdo, como en el caso de “Verdosa”, cuya cuenta fue suspendida luego de justificar que “para atrapar a los verdaderos violadores se necesita cazar a unos cuantos inocentes“.
El caso de Annie escrachando a Agustín no es el único, la twitera “Ornee F” hizo lo mismo, acusó a un joven de haberla abusado y luego se disculpó por “haber mentido con un tema tan serio“.
El #MeToo permitió que las caretas de muchos abusadores fueran arrancadas por mujeres valientes, dispuestas a dar su testimonio sin reflectores, sin colectivas, sin venta de merchandising conmemorativo. Cada denuncia falsa, cada victimización sobreactuada, cada puesta en escena, atenta contra ellas, contra su visibilidad y su credibilidad.
El daño de Annie es doble, Agustín se quitó la vida, y al mismo tiempo muchos violadores se benefician porque su exposición se reduce cuando las falsas denuncias proliferan, y sin embargo, desde la colectiva parece haber más interés por los registros de marca y la venta de remeras, que por transmitir un mensaje responsable.