Alicia Mabel Reynoso nació en Enrique Carbó (departamento Gualeguaychú). En la ciudad cabecera hizo la primaria y la secundaria, para trasladarse luego a Santa Fe, donde cursó sus estudios superiores. Ya recibida de enfermera fue a probar suerte a Buenos Aires e ingresó a la Fuerza Aérea, donde se jubiló en 2021. Actualmente vive en Paraná.
Entrevistada por El Entre Ríos recuerda lo duro que es atravesar una guerra, pero asegura que lo peor vino después.
“Fuimos NN durante mucho tiempo”
“Yo era jefa de Enfermería del Hospital Aeronáutico Central y como militares en estado de guerra, salimos a defender la patria. Así lo habíamos jurado y así lo hicimos desde nuestra profesión”, menciona sobre el momento en que se desató el conflicto bélico en el Atlántico Sur.
“Salimos rumbo a Malvinas, pero al llegar a Comodoro Rivadavia nos ordenaron quedarnos ahí como hospital de campaña, para recepción, atención, contención y evacuación de los heridos. Así lo hicimos desde los inicios hasta la posguerra; algunas compañeras incluso fueron a buscar a los prisioneros que llegaron después”.
Sin embargo, sostiene que lo más difícil vino después: “El olvido posterior de tus compañeros y superiores duele más que la guerra misma. Fuimos NN durante mucho tiempo”.
Una deuda de honor con las mujeres
El primer reconocimiento como veteranas de guerra llegaría para las 14 enfermeras a través de la Ley 23.118 sancionada por el Congreso de la Nación en julio de 1988 y promulgada al mes siguiente.
Pero no fue suficiente. Al momento de otorgar las pensiones no figuraban en la lista, por lo que Alicia tomó la iniciativa de librar una segunda batalla.
“Inicié un juicio con perspectiva de género y el 7 de mayo de 2021 lo gané. Luego lo ganó también mi compañera, Stella Maris Morales. Oportunamente serán reconocidas las que faltan”.
“Tuvimos que hacer un juicio al Estado y a la Fuerza Aérea, y encima hoy nos discriminan diciendo ‘Ah, son veteranas por sentencia judicial’. Les debería dar vergüenza. Por los 40 años hice nota con periodistas internacionales y nadie lo puede entender. Las de Inglaterra estaban en una isla a miles de millas, y sin embargo fueron consideradas veteranas”.
“Recién 9 meses después de finalizado el juicio –en enero de este año- se dignaron desde el Ministerio de Defensa a darme el certificado de veterana de guerra, y porque la Justicia los intimó dos veces”.
“Todavía no hemos cobrado nada porque ANSES se toma su tiempo, pero acá no se trata de dinero, sino de una deuda de honor con las mujeres. Nadie nos va a hacer dudar de dónde estuvimos”.
“En 2009 levanté la bandera por la visibilidad de las mujeres y no voy a parar hasta que la última enfermera sea reconocida. Hubo personas en el mismo lugar, el mismo tiempo y haciendo las mismas cosas, pero como son hombres los reconocieron en tiempo y forma, mientras que a nosotras nos escondieron”, asegura Alicia.
“Ninguno hablaba de las mujeres”
Antes que a dirigentes políticos y legisladores, la enfermera entrerriana señala como primer responsable de darles la espalda, al comando de la fuerza militar: “Si tu familia no te reconoce, no pretendas que te reconozca el barrio. Acá es lo mismo. La negación nació de la Fuerza Aérea que nos ordenó marchar a la guerra y después nos escondió”.
“Los gobiernos de turno también tienen su culpa, porque ninguno hablaba de las mujeres. Recién el año pasado parece que descubrieron que existíamos y Alberto Fernández nos convocó para un institucional por el 2 de Abril”, continúa.
Cuenta que con motivo del 40° aniversario de la gesta, por primera vez recibió algún reconocimiento en su provincia.
“El gobernador subió algo muy bonito a su página. En cambio el intendente no se acordó de mí y los veteranos tampoco. En Gualeguaychú hicimos un encuentro muy lindo con el diputado Mattiauda (Nicolás)”.
Como La Delfina
Reconocida por el Congreso y la Justicia gracias a que no se quedó cruzada de brazos, Alicia se siente identificada con lo que califica como un “feminismo real”.“El que iguala desde el respeto, ya que de otra forma las mujeres son utilizadas. Cuando nos hacemos respetar de hecho y derecho, el patriarcado frena. En el mundo hay lugar para todos”.
“No fue fácil. Muchas veces pensé en abandonar todo, pero miraba la foto de mi vieja y sé lo que sufrió cuando me mandaron a Malvinas. Ella quedó viuda muy jovencita con ocho hijos y nunca claudicó, entonces tenía el mejor espejo”.
Sobre el final de la entrevista, hace un paralelismo entre ella y La Delfina, aquella mujer que combatió en las batallas encabezadas por el caudillo entrerriano Francisco Ramírez.
“La Delfina luchó y luchó… ¿Cuántas plazas y calles del Pancho Ramírez hay? Un montón ¿Cuántas de La Delfina? Pocas. Yo llevo su sangre y lo digo con orgullo”.