Se trata de Marcos Adami (36), quien es parte de un emprendimiento familiar bajo la marca Fra-Be-Mar, compuesta por el tambo, la quesería y la granja de pollos.
El temporal que se desató el lunes por la mañana en la región arrasó con tres de sus galpones. Y –más allá de la pérdida material en sí- duda que valga la pena volver a levantarlos, ante la situación que en Argentina atraviesa la avicultura.
“El productor no quiere un subsidio, sino reglas claras”
“Es lo que sentís como productor cuando te abandonan. Le metés garra y luchás contra todo, porque así es en este país. Luchás para conseguir insumos, gomas, gasoil, con los precios y la gente, para conseguir empleados. También con los organismos oficiales que te ponen trabas. Cuando terminás de sortear todo eso, viene la tormenta”.
Dice además: “La avicultura está decaída; no nos cierran los números. De los tres galpones que volaron, estoy pensando seriamente en dejar solo uno y los otros desarmarlos”.
El productor no quiere un subsidio, sino reglas claras. Si fuese para salir de la situación, un crédito blando, no que nos regalen nada.
Los números de la pérdida son “extravagantes”. Estima que se trata de “10 o 15 millones por galpón. Así que en nuestro caso hablamos de 35-40 millones”.Lo que nos pasa a los productores chicos, es que nuestras carpetas no dan para sacar un crédito de 15 o 20 millones, porque no facturamos eso en el año. Los bancos dan crédito a quien no lo necesita.
Repasando la historia de los últimos 20 años, señala la crisis del 2001 como la más importante que les tocó atravesar, de la cual lograron salir adelante con la fabricación de quesos.
Considera que el panorama económico actual es “complicado” y “no está muy lejos del 2001”.
“No tenemos financiación. Para cualquier inversión se necesitan millones y cuando llegamos sale dos o tres millones más, por lo que no llegamos nunca. No se puede ahorrar”, concluye.
EL CUARTO SOCIO
Había una sociedad de tres personas que trabajó incansablemente para hacer un emprendimiento. Trabajó sin feriados, horas extras ni vacaciones, para hacerlo crecer generar empleo y producir.
Cuando creció, de golpe apareció un cuarto socio (el Estado), que sin poner capital, trabajo ni nada, le dijo a los otros tres socios: «Yo me voy a asociar y me voy a llevar el 35 por ciento de sus ganancias (Impuesto a las Ganancias) más otra suma igual por las ganancias que van a tener el próximo año (anticipo de ganancias)».
El cuarto socio es administrado por señores de traje y corbata que trabajan 8 horas en una oficina con aire acondicionado, calefacción, con vacaciones, feriados, aguinaldos, viáticos, etc.
La sociedad trabajo 40 años y pagó siempre su porcentaje de ganancias al «cuarto socio».
Un día vino una tormenta y en 5 minutos se llevó 20 años de trabajo y capital (de esos 40 años).
En ese caso: ¿Qué pasa con el «cuarto socio»? ¿Cómo actúa? ¿Devuelve el 35 por ciento de esos 20 años que se llevó la tormenta? ¿Intenta hacer algo para que los otros 3 socios recuperen esos 20 años perdidos?
¡No! El cuarto socio sigue cobrando el 35 por ciento de ganancias, más el otro 35 por ciento de ganancias que vas a tener, aunque con 20 años perdidos no vayas a tener ganancias ese año.
Entonces, ¿qué hacés en ese caso? ¿Qué le aconsejás a tus hijos? La única experiencia que me queda es decirles: “No te asocies al cuarto socio, no produzcan, no generes empleo, salvate vos solo, porque cuando pase ‘tu tormenta’ el cuarto socio, no va a hacer nada, solo va a estar sentado de traje y corbata cómodo en su oficina esperando a que le deposites sus dos 35 por ciento.