Pero, suponiendo que esa crítica a las primarias sea una postura mayoritaria, igualmente es tarde para cambiar de método.
Los partidos políticos provinciales no aprovecharon la posibilidad de discutir una reforma electoral en la que hubiera podido aprobarse la boleta única propuesta por el gobernador Bordet; o realizarse cualquier otro cambio, entre ellos eliminar las PASO y volver a la interna partidaria, cuyos vicios las primarias no corrigieron mayormente, al menos a entender de este periodista.
En cambio, aportaron sí a seguir desdibujando el rol y la identidad de los partidos políticos.
Pero ya estamos en un punto avanzado del proceso y estas son reflexiones no muy oportunas. Luego de varias ocasiones en las que en la provincia se votó con la ley electoral (Castrillón) reformada; que estableció la obligatoriedad de las elecciones primarias para todos los ciudadanos, ya que todos debemos votar; y para todos los partidos, ya que aunque tengan lista única deben presentarse en los comicios; el margen de sorpresas es menor en cuanto al mecanismo.
Posiblemente la decisión más interesante sea en qué primaria participar, ya que para el cargo de gobernador la mayoría (salvo el socialismo) tiene una sola lista. O bien, tomar la decisión para involucrarse en la disputa por las candidaturas a intendente.
En Villaguay compiten varios postulantes, y en otras ciudades aún más.
Lo cierto es que los resultados parecen previsibles, al menos en Villaguay, donde parece que el triunfo claro de Claudia Monjo parece irreversible, eso podría significar incluso un elemento de desaliento para un voto innovador.
Ya sabemos que la democracia es mucho más que ir a votar, pero eso no significa no valorar la posibilidad de ejercer ese derecho, con la idea de que no todo está decidido.
En ese sentido, el desdoblamiento electoral permite un escenario de mayor tranquilidad para pensar el voto y no sentirnos tan tironeado por el «arrastre» de una fórmula nacional, o Provincial.
Según dicen los que estudian la conducta electoral, esta es la semana en que bastante gente recién define su voto. Muchas veces no lo ha pensado antes y resuelve el tema completo en estos días.
La posibilidad de pensar el voto, analizarlo, discutirlo con amigos (no para convencerlos, sino para tomar una decisión meditada) es parte de lo que tiene de mágico este momento.
Muchos estamos agobiados por los problemas y descreemos de la eficacia de estos procesos.
Sobran ejemplos de ‘si decía lo que iba a hacer, no me votaban’; pero también hay ejemplos de la política asumida como vocación de servicio. ¿Muchos? No sé, pero tal vez si mejoramos y profundizamos el control sobre los que acceden al manejo de la cosa pública, todo vaya mejorando.
Y en ese sentido, un voto reflexivo es parte de ese proceso.
Total a votar hay que ir igual, hagámoslo con ganas y con cerebro, después: «vermut con papas fritas y good show».
(De Carlos agiornada para infor)