Un asesinato planificado y perfectamente ejecutado por dos sicarios en moto mantiene en vilo a los investigadores de la Policía y la Fiscalía de Concordia, así como a los familiares de la víctima, quienes tienen intrínseca relación con el narcotráfico local. Por ahora, no hay pistas firmes que lleven a los autores del crimen ni tampoco hubo información aportada por el entorno del hombre acribillado. Se espera que el silencio se vaya resquebrajando en los próximos días.
Matías René Walton tenía 39 años y había salido de la cárcel hace aproximadamente un año, en el marco de una condena de nueve años de prisión por el asesinato a tiros de un joven en el marco de una disputa callejera. De la misma forma que mató, encontró la muerte el domingo a las 14.30 cuando pedaleaba en la afueras de Concordia, hacia el oeste. Su hermano, Maximiliano Díaz, recibió un disparo en una pierna y se salvó sólo por haber ido más adelante en su bicicleta.
La investigación está a cargo del fiscal Mauricio Guerrero, quien ha ordenado numerosas medidas para recabar indicios que apuntalen a algún sospechoso, aunque hasta el momento ninguna ha derivado en allanamientos ni detenciones.
Según se informó acerca de lo que se pudo reconstruir del asesinato, bajo el sol ardiente de la siesta del domingo los dos hermanos iban en bicicletas por la ruta 4, subiendo el puente que cruza la autovía nacional 14. Adelante iba Maximiliano Díaz y unos 15 metros atrás lo seguía Matías Walton.
Una moto que sería de 125 cilindradas, con dos hombres a bordo, los alcanzó: el acompañante, sin que la moto se detuviera ni aminorara la marcha, le disparó a Walton al menos una docena de veces con una pistola calibre 9 milímetros. El ciclista se desplomó tras recibir un balazo en la cabeza y cinco en la espalda.
Las detonaciones alertaron a Díaz, quien era el siguiente blanco de los asesinos. El muchacho buscó huir, el sicario le disparó y un balazo le alcanzó una pierna. Esto no le impidió bajar por la cuesta de la ruta hacia la autovía y logró salvar su vida.
La moto de los autores del crimen giró en “U” y regresó hacia Concordia.
Una cámara de seguridad lejana logró registrar el momento del ataque. Aunque solo se ven bultos borrosos en movimiento, las imágenes estremecen por la frialdad y precisión del asesinato.
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Los investigadores están tratando de reconstruir a través de la recopilación de videos de cámaras de vigilancia el recorrido de los asesinos, tanto antes como después del hecho. La dificultad radica, por un lado, en que no hay precisión ni detalles de los hombres y de la moto, ya que hay muchas con esas características; por otro, en que el único testigo, Díaz, no aportó mayores datos para esclarecer este aspecto.
La zona donde fue perpetrado el ataque es bastante descampada, si bien hay algunas casas, no hay testigos directos ni presenciales, además del sobreviviente, que aporten información sobre el hecho ni los autores.
Panorama preocupante
Seis tiros acertados en una víctima de 13 disparados, todos ellos en movimiento; un muerto de dos por matar; un alto poder de fuego por el grueso calibre y cantidad de cartuchería; un evidente plan de seguimiento de las víctimas, de fuga y de ocultamiento sin dejar rastros; el horario para concretarlo, a plena luz del día. Estos, entre otros, son datos que preocupan porque advierten de la disponibilidad de personas para cumplir con encargos criminales de estas características.
Además, este primer homicidio del año en Concordia se da en el contexto de un enero con muchas balaceras, y desde hace varios meses que se advierten usos de pistolas calibre 9 milímetros.
Droga
La ausencia de pruebas sobre los autores del asesinato y menos aún acerca del móvil del mismo, no impiden que tanto investigadores como allegados a las víctimas consideren que conflictos por la venta de droga estén detrás del sangriento suceso. Fundamentalmente por el entorno familiar del hombre asesinado y su hermano baleado: la madre de ambos, Gladis Beatriz Miño, alias “Tica”, fue condenada dos veces por narcotráfico y tiene una vieja causa por narcomenudeo en la Justicia provincial no resuelta.
Se trata de una rama del clan narco que años atrás lideraba Mario Roberto González, alias “el Gordo”, quien falleció por Covid en 2021. Este hombre estuvo unos siete años prófugo y cayó en la banda conocida como de los narcopolicías, que le daban protección.
Miño era tía de González, y arrastra años de experiencia en el mercado de drogas de Concordia. Asimismo, supo tener fluidos vínculos con jefes policiales de la ciudad.
El buen pasar del grupo familiar, con propiedades y vehículos, señalan que se seguirían beneficiando de la actividad ilícita.
Si bien Walton no tenía antecedentes ni causas abiertas por narcotráfico, desde que logró salidas transitorias de la cárcel que viene con problemas con distintas personas, e incluso ya había sido blanco de ataques a tiros.
Por eso es difícil hoy saber con certeza quién lo quería muerto, ya que ante esta pregunta suenan varios nombres. Aunque ninguno de aquellas agresiones fue como el del domingo, cuando dos profesionales de la muerte terminaron con su vida.
Este lunes sus restos fueron sepultados por sus familiares. Se espera que en estos días alguien hable para echar luz sobre un asesinato a sangre fría.
El homicidio de Walton
La víctima del asesinato del domingo había estado del otro lado del gatillo. Fue cerca de las 20 del sábado 30 de noviembre de 2013, cuando un o Miguel Antonio Benítez, de 21 años, falleció como consecuencia de una herida de arma de fuego en la axila izquierda. La víctima se encontraba en la vereda de calles 142 y 53 Este, del barrio Constitución, cuando el hombre que apodaban “El Rengo” lo mató a tiros. Unos días después Walton se entregó y acordó nueve años de prisión en un juicio abreviado. Había sido uno de los tres homicidios ocurridos ese fin de semana en Concordia.
(UNO)