Asesinaron de un puntazo en su celda de Coronda a Rubén Ariel «Tubi» SegoviaTenía 29 años y estrechos lazos con Alexis Caminos, con quien se asegura que conformaba una segunda línea de la banda de Los Monos de barrio Las Flores.
Había pedido pasar a un pabellón común porque sabía que en ese lugar estaría con gente que había sido su estrecha aliada. Pero los códigos de confianza en la prisión suelen ser efímeros. Rubén Ariel «Tubi» Segovia casi no tuvo tiempo para comprobarlo. Alrededor de las 16 de ayer cuatro internos que estaban junto a él en la cárcel de Coronda ingresaron a su celda en el pabellón 8 C, le rodearon el cuello con un cable desde atrás y le hundieron un facazo mortal en el abdomen.
El asesinato, que investiga el fiscal de Homicidios de Santa Fe Jorge Nessier, enmudeció a la cárcel en un estupor que ayer recorrió las distintas agencias del sistema penal santafesino frente a una espiral de violencia entre actores del mundo del delito que parece imparable.
«Tubi» Segovia, de 29 años, era el líder de una de las más importantes bandas de la zona sur, quizás la que dejó traslucir mayor violencia desde el desmembramiento de Los Monos. Investigaciones de distintos fiscales lo mostraban como un aliado estrecho del grupo que en la zona sur encabezaban Alexis y Fernando Andrés «Andy» Caminos, hijos del ex jefe de la barra brava de Newell’s Roberto «Pimpi» Caminos.
Negocios desde adentro
«Tubi» estaba preso desde hacía 16 meses, pero sin embargo fue escuchado dando órdenes para la comisión de delitos desde atrás de las rejas, antes de ser trasladado al penal corondino a comienzos de este año. Las mismas interceptaciones revelan que se dedicaba al narcomenudeo.
A Segovia se lo recordará por haber pedido a su ex abogado particular levantar una rueda de reconocimiento para «hacer desaparecer» a Brisa Ojeda, testigo del crimen de su pareja, Jonathan Rosales (cometido en junio de 2016), hecho por el cual él estaba acusado. Días después Lorena Ojeda, hermana de Brisa, fue asesinada de un balazo por error.
En la audiencia imputativa por ese caso se pasaron audios y se lo escuchó a «Tubi» ordenando asesinatos. Por eso, Segovia no llegó a la cárcel solo, sino con un ramillete de rencores de sus víctimas. Acaso fue eso lo que movilizó la traición que le costó la vida.
El pasado 14 de marzo Segovia fue transferido por una orden judicial desde una celda de aislamiento al pabellón 8 C donde están presos integrantes del clan Caminos, quienes son sus vecinos en el Fonavi de Alice y Sánchez de Thompson. Ayer, horas después del crimen, el Servicio Penitenciario santafesino (SP) manifestó en una conferencia de prensa su desacuerdo con ese alojamiento.
«El interno estaba en un pabellón de régimen común donde el Servicio Penitenciario considera que no debía estar, por cuestiones de seguridad», sostuvo la vocera del organismo, Lucía Masneri. «En una audiencia del 9 de febrero —continuó— yo misma dije que tenía que estar en un sector de resguardo donde pudiéramos cuidar de su integridad física y de la de otros internos. En los pabellones comunes se limitan las medidas de seguridad que se puedan tomar».
La funcionaria reprochó que la Justicia «avance permanentemente sobre las atribuciones» del SP, «ordenando situaciones de alojamiento, adaptaciones, diferencias en el régimen, en la progresividad y afectando gravemente la seguridad al interior del penal». No obstante, Masneri aclaró que la orden judicial había sido emitida a partir de un habeas corpus presentado por la defensa del propio Segovia.
«Cuando un interno ingresa a un pabellón se le da un detalle de todas las personas que están alojadas allí y se le consulta si tiene algún inconveniente con alguien. Y él firmó una autorización diciendo que no iba a tener ningún problema de convivencia. Sin embargo, nosotros considerábamos que tenía que estar en un régimen diferenciado hasta que se pudiera evaluar la situación, porque sabemos de las vinculaciones criminales tanto adentro como afuera de las cárceles».
En los casi 40 días que llevaba en el pabellón 8 C (celdas individuales con un patio en común) con otros 21 internos no se habían registrado grescas ni hechos de violencia que hubieran implicado a «Tubi». No obstante, para Masneri, «algo de esto podía ocurrir y por eso queríamos que estuviera en resguardo».
«Impensable»
Segovia fue hallado muerto alrededor de las 16.30 cuando la guardia entró al pabellón 8 C porque había fuego en una celda cercana a la suya. Su cuerpo estaba tendido en el piso, en un charco de sangre y con un cable alrededor del cuello. Masneri dijo ayer que hay que aguardar la autopsia para determinar la causa de la muerte.
«Tubi» fue asesinado durante un recreo, cuando las celdas están abiertas. La vocera del SP sostuvo que si bien el crimen se perpetró en el calabozo, donde no hay cámaras de vigilancia, los dispositivos instalados en el patio registraron parte de lo ocurrido. «Esas imágenes ya están a disposición de la Fiscalía», dijo Masneri.
Al respecto, fuentes ministeriales revelaron a este diario que habrían sido cuatro internos los que ingresaron en distintos momentos a la celda de Segovia. «Esto fue una situación totalmente fuera de lo pensable. Es como si a «Monchi» Cantero lo atacaran en el pabellón 7 de Piñero donde está junto a gente de su entorno. El mismo Segovia pidió ir al lugar donde fue atacado y de hecho en la cárcel era el único lugar imaginable para asignarlo», dijeron desde el Ministerio de Seguridad.
En el centro
Segovia apareció en el centro de pugnas sangrientas que implicaban por igual a enemigos o próximos. El pasado 14 de enero asesinaron a su hermanastra, Marcela Díaz, de 36 años, que iba como acompañante de su novio en una moto. «Tubi» estaba enfrentado a «La banda de Los Funes» y el crimen de Díaz se consideró una venganza por la muerte de Ulises Funes, ocurrida una semana antes. Por la muerte de Díaz fueron acusados Alan Funes y su pareja.
«Tubi» estaba imputado como autor intelectual del asesinato de Lisandro Javier Fleitas, a quien le dispararon cinco balazos el 10 de noviembre de 2016 en Callao y Mister Ross. Según la investigación de la Fiscalía, los tiros en realidad iban dirigidos a Lautaro «Lamparita» Funes —luego detenido— pero los sicarios fallaron.
También fue acusado como partícipe del crimen de Jonatan Rosales, asesinado el 22 de junio de ese año en Padre Giaccone al 1400. Su compañera, que llevaba a su hija en brazos, fue herida. Según la acusación a la que dio curso el juez Gonzalo López Quintana, luego «Tubi» ordenó eliminar a esa testigo, Brisa Ojeda, pero cuando sus sicarios fueron a buscarla (el 16 de diciembre de 2016, en Vera Mujica y Rueda) y la llamaron por su nombre, quien salió a la puerta fue su hermana Lorena. Entonces la mataron de seis tiros.
A raíz de escuchas al celular de «Tubi», un abogado penalista que lo representaba fue acusado de cooperar con él para lograr el aplazamiento de una rueda de reconocimiento de la que debía participar Brisa, lo que según la acusación habría dado margen para la fallida ejecución.
Otro hecho en el que estuvo implicado «Tubi» ocurrió el 29 de noviembre de 2016 cuando en un departamento de Lamadrid 98 bis encerraron, amenazaron y le dispararon a la cara a Juan Saturnino Sequeira, a quien le robaron 150 pesos. Las escuchas delatan que el autor de este hecho fue «Andy» Caminos, a quien el fiscal Florentino Malaponte le imputó robo calificado y tentativa de homicidio calificado.
En cuanto a su lucha por un lugar en la barra brava de Newell’s, «Tubi» fue investigado en los homicidios de Maximiliano La Rocca y de Matías «Cuatrerito» Franchetti, líderes de una facción antagónica. A «Cuatrerito» lo mataron el 7 de junio de 2016 en la puerta del club del Parque Independencia. A La Rocca lo ultimaron tres semanas después en la zona de Pellegrini al 5300.
Víctima. Rubén Ariel «Tubi» Segovia, escoltado por policías a Tribunales cuando iba a una audiencia imputativa.