Todo comenzó con un llamado a su casa. De acuerdo a la denuncia, una mujer que vive en la comuna de Timbúes (provincia de Santa Fe) atendió a un hombre, quien dijo ser el contador de su sobrino. Mientras se desarrollaba la comunicación, el supuesto contador le ofrecía a la señora cambiarle sus ahorros en dólares al argumentar que los mismos ya no iban a tener el mismo valor tras el paso de la cumbre de líderes mundiales que se desarrolla en Buenos Aires.
Así, la mujer cayó en la trampa del delincuente, quien acordó pasarla a buscar junto a un cómplice por su casa de Fisherton. Sin más, se dirigieron hacia la sede central del banco Macro, en San Lorenzo entre Entre Ríos y Corrientes, donde tenía depositados sus ahorros en dólares.
Confiada de que se trababa de una operación que le aseguraba proteger su capital monetario, la víctima ingresó y en unos pocos minutos salió con el botín, unos 60.000 dólares contantes y sonantes.
Desde allí salió directo hacia la esquina de San Lorenzo y Corrientes, donde los estafadores la esperaban a bordo de un auto. Allí, la anciana entregó el dinero y los dos hombres les dijeron que los aguardara en un bar ubicado en Tucumán y Entre Ríos. La espera de la mujer fue en vano y sus ahorros y sus ilusiones se esfumaron cuando su sobrino, quien se comunicó telefónicamente con ella, le hizo ver la realidad.
Ayer, una sobrina de la mujer engañada hizo la denuncia en la sede del Ministerio Público de la Acusación y la causa quedó en manos de la Unidad de Investigación y Juicio.
Esta estafa consiste en el engaño a personas mayores por parte de delincuentes que se hacen pasar por familiares o empleados de una empresa de servicio para sustraerles sumas importantes de dinero. También los ladrones simulan ser empleados de empresas de servicio, lo que les permite entrar al domicilio y así cometer el delito.
El Ministerio de Seguridad provincial también aconseja evitar dar datos a personas desconocidas o ajenas a la familia al recibir un llamado telefónico, cortar rápidamente la llamada y nunca dejarlas entrar a la vivienda ni entregarles ninguna suma de dinero.